Os ofrecemos una HISTORIA REAL en el que el Acompañamiento Emocional ha sido crucial en el camino de su protagonista. Después de sufrir un enorme trauma y una desagradable experiencia, Turco, un perro, encuentra el calor y el afecto necesario para potenciar sus habilidades y sus capacidades.
<<‘Turco’ es un perro andaluz y su historia comienza, como la película de Dalí y Buñuel, con una navaja bien afilada.
En su caso, el tajo fue en el cuello. Sus dueños le extrajeron así el microchip […]. ‘Turco’, un labrador jovencito, […], vagabundeó no se sabe cuánto tiempo por las afueras de Tarifa, en pleno verano de 2008, y acabó en un campo de maniobras. Lo recogieron unos militares que hacían ejercicios de tiro, muerto de sed, hecho un saco de huesos, lleno de pulgas y parásitos […]. ‘Turco’ estaba tan traumatizado que olvidó cómo se ladraba, como un niño que enmudece por los malos tratos. Un año después de su odisea, el perro seguía sin poder articular un ladrido.
Así fue como ‘Turco’ se cruzó en la vida de una soldado profesional de 22 años, vallisoletana, destinada en Ceuta. “Me llamaron los compañeros que lo habían rescatado. Sabían que me estaba costando adaptarme, que me sentía sola y le había dicho a todo el mundo que quería un perro. Me mandaron una foto por el móvil. Parecía pequeñito, aunque resultó ser un grandullón. Y estaba flaquísimo. Me enamoré. Crucé el Estrecho en el ferry, me fui a ver al veterinario de Algeciras donde lo habían dejado y me lo llevé a casa”.
‘Turco’ se recuperó de sus heridas gracias a los mimos de su nueva dueña. Y recobró la alegría, pues la nobleza nunca la perdió […]. Vivieron juntos ocho meses felices. Ganó peso, aunque seguía sin ladrar. Una mañana cayó una tromba de agua: 160 litros por metro cuadrado. La casa de alquiler donde vivía, una planta baja, se inundó de tal modo que era inhabitable. “Rezumaba tanta humedad que tuve que volver al cuartel. Como allí no podía tenerlo, lo llevé a casa de mi madre […]”. Allí, ‘Turco’ conoció la nieve […].
El sobrino de una vecina, bombero del grupo de especialistas en rescates de la Junta de Castilla y León, lo vio corretear por el pueblo e intuyó enseguida que aquel perro alegre, vivísimo, que lo olfateaba todo con la curiosidad de un detective, sin despistarse jamás, tenía madera de héroe. Pidió permiso a la dueña para hacerle una prueba […].
La soldado les puso a los bomberos tres condiciones antes de donarles a ‘Turco’: que no le cambiasen el nombre, que le dejasen verlo cada vez que fuera a Valladolid y que, si el perro no superaba las pruebas, se lo devolviesen. Y los avisó, además, del gran inconveniente: no ladraba […]. A los quince días la llamaron por teléfono. “Tu perro ya ladra y está hecho una máquina”. Cuando salimos a correr, se viene con nosotros. Y luego se va a correr con el siguiente turno. Nunca tiene bastante”. Comenzó entonces el durísimo entrenamiento de un rescatador canino en edificios y estructuras colapsadas.
[…]
Completado su entrenamiento, llegó la prueba de fuego. ‘Turco’ voló a Haití con un equipo de siete bomberos de los parques de Valladolid, Tordesillas y Palencia, […]. Fueron nueve días de trabajo tan intensos como atroces, trabajando 16 horas diarias en condiciones inimaginables, entre réplicas del terremoto y actos de pillaje o de mera supervivencia. Participaron en 18 rescates. Cuando hay 150.000 muertos sobre el terreno, hablar de 18 finales felices es como aferrarse a un clavo ardiendo. Hasta los perros se deprimen ante la enormidad de la tragedia […].
Pero tampoco nadie podrá olvidar el rescate del niño Redjeson Hausteen Claude, de dos años. Un milagro que dio la vuelta al mundo. El pequeño estaba entre los escombros de la vivienda familiar, abrazado a su abuelo muerto. Cuando el bombero […] lo sacó en brazos, la familia lo rodeó y empezó a bailar alrededor, entre gritos de alegría. “Cuando lo vi por televisión, me puse a llorar y no podía parar. ¡Ése es mi ‘Turco’! Es lo más grande que me ha pasado en la vida”, recuerda la soldado. Turco ya está de vuelta en España, mordisqueando palitos, su gran afición, jugando con ‘Dopy’, su compañero de fatigas. Y entrenándose diariamente para seguir salvando vidas como si tal cosa.>>
-texto resumido de varias fuentes-
A veces nosotr@s mism@s nos enfrentamos a situaciones que no nos permiten desarrollar nuestras capacidades de una manera adecuada. En esos momentos, sufrimos bloqueos, frustraciones, desanimos, carencia de autoestima,… Sin embargo, si tenemos la oportunidad de encontrar alguien que nos acompañase en el camino, aportando las condiciones necesarias, podriamos desbloquear nuestras emociones, aprender habilidades y, por tanto, desarrollar plenamente todas nuestras nuestras capacidades.
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